Torres quien ya nos había sorprendido gratamente el año pasado con Caracas muerde, acaba de publicar Objetos no declarados, otro libro de crónicas sobre nuestra atormentada ciudad.
Si bien esta última obra no es una “continuación” de la primera, creo que no sería exagerado afirmar que ambos volúmenes conforman una suerte de Suma caraqueña que explora a fondo la apocalíptica realidad de nuestra ciudad en este siglo XXI, que parece hundirse sin remedio en la anarquía, el crimen, la pobreza y un sinnúmero de calamidades que nos quitan el aliento y la esperanza a sus habitantes.
No obstante, la mirada de Torres no se deja arrastrar por la pendiente fácil de un nihilismo común a cierta literatura “urbana” que gusta regodearse en una poética de las oscuridades del albañal y la ambigüedad moral de los arrabales.
Tampoco cae en los clichés propios de la literatura de carácter “social” o de “denuncia”, con su carga maniquea y de idealización de la pobreza.
Se trata más bien de una mirada madura, equilibrada, que muestra con toda honestidad el peso de las tragedias humanas que acontecen a diario en Caracas y las carencias morales de sus habitantes, que las explican.
Pero también despliega ante nuestros ojos la esperanza de los caraqueños que se empeñan en vivir para que haya futuro y que humanizan casi que heroicamente la muy deteriorada convivencia ciudadana.
Y esto lo hace Torres con un acercamiento que aún siendo crítico no es amargo, sino más bien lleno de un fino humor y de una iluminadora ironía que delata un amor muy profundo por la ciudad que habita.
Esto hace que la experiencia del lector al menos la mía no sea la de reafirmar la tristeza que ya se vive en la calle, sino más bien la de una suerte de catarsis terapéutica que invita a una posible reconciliación con esta ciudad que nos atormenta.
Objetos no declarados es un libro imprescindible para comprender la Caracas de nuestros días, Aquello que nos hace ser quienes somos en la ciudad o en las ciudades es consecuencia de esos "objetos no declarados", de esas conductas, en términos antropológicos de esa nuestra cultura.
Torres da un paseo con una prosa bien labrada por aquello que somos, pero que pasa desapercibido por ser parte integrante de nosotros, y que muchas veces criticamos o reprochamos en el otro.
Más que una secuela de Caracas muerde, podría ser el espejo de los seres que padecemos a Caracas, a Venezuela, Mostrando así, aquello que sucede en la cabeza de los transeúntes, de los ciudadanos que construimos la ciudad, y de los que se alejan pero se llevan consigo años de adiestramiento caribeño.
Uno de mis favoritos fue Boarding Pass,
PD: No dejen de leerlo, Qué triste me ponían estas historias, A Caracas, que nunca la he conocido bien, y que siempre le he temido, le temo más ahora, Y eso que estos son cuentos publicados en, Me pregunto qué serían ahora, suspiro de abatimiento. Historias de Caracas. No es un libro sociológico que explique en detalle la situación, Es un reportaje lleno de vidas individuales, de nostalgia, ironía y paciencia ante el sufrimiento No es una secuela, sino un compañero espiritual de su anterior Caracas Muerde: más ensayos y cuentos de ficción aunque no sobre la realidad de lo que es ser venezolano.
Refleja al mismo tiempo lo profundamente jodidos que estamos y la gran esperanza que tenemos de ser mucho mejores, Obligatorio.
It's not a sequel, but a spiritual companion to his succesful predecessor Caracas Muerde: more essays and fictional short stories though not really fictional about the reality that is being Venezuelan.
It shows at the same time how profoundly screwed we are and the great hope we have to be much better, A mustread. Caracas Muerde, el libro anterior de Héctor Torres, es un libro donde predomina la violencia, un libro que asusta a los que vivimos cotidianamente la ciudad, mientras que Objetos no declarados es un libro triste, desesperanzado y eso es peor, mucho peor.
Lo dice claramente en su introducción, se trata de una precuela de Caracas Muerde, en palabras de Torres "No es lo que nos hace la ciudad, sino cómo terminamos haciéndola a ella"
Retratos de los venezolanos como personas atrapadas en la inopia, paralizadas por un entorno que nos obliga a encerrarnos en casa, a temer a la calle, a temer al otro, a todos los demás, dejan un sabor muy amargo.
Retratos muy duros, pero muy ciertos, de los caraqueños y venezolanos como seres egoístas, oportunistas, esa “viveza” que esgrimimos como una gran victoria, desde no respetar el sentido de circulación en una calle “por ahorrarnos dos minutos de tráfico” hasta negociar un contrato millonario con un gobierno corrupto que nos está arruinando o ya nos arruinó, el famoso infamous en inglés sería más apropiado “Dios no me des, ponme donde haiga”.
Me cuesta admitir que comparto algunos de los rasgos negativos del venezolano, yo que me pensaba libre de esos pecados por ser hija de extranjeros: cierta viveza que significa pasar por encima de otros, que en el fondo es egoísmo puro yo soy mas importante que todos los demás, esa falsa simpatía para lograr favores o prebendas.
Me pregunto cuantos venezolanos que leen el libro no se sienten aludidos por la duras caracterizaciones, cuántos piensan que así son los demás, pero ellos no o se sonríen con picardía pensando que eso es precisamente lo que los hace superiores.
La descripción de la nueva “fauna” en nuestras ciudades en el relato ”Some kind of nature": los tuki, los snob, los sifrilandros, los repartebofetadas, los centrocomercialeros, los Tyrannosaurus, los predatores, los bárbaros pareciera señalar un solo gran rasgo en común en tanta diversidad: la superficialidad y vivir de la apariencia, de la pinta.
Dice de los centrocomercialeros: "la singularidad es lo último que aspira en la vida, O, mejor dicho: la única singularidad a la que aspiran en la vida es a ser uno más del montón" p.
Los dos últimos capítulos / relatos, Boarding Pass y Venezuelan kitsch , no dejan de dar vueltas en mi cabeza, la terrible lista de preguntas de Boarding Pass para definir si compartes los rasgos que arruinan a Venezuela y su conclusión final son lapidarias:
"quieres irte de aquí porque estás cansado de que en este país de mierda nada funcione Sería conveniente que revises bien ese equipaje que te llevarás en tu huida del mal, porque, como en las historias de la mitología griega, vayas a donde vayas llevarás a cuestas el germen de eso de lo que tanto reniegas.
Que lo llevarás allí donde te radiques, Que lo sembrarás en otras
tierras y lo veras germinar,
Que dependerá de ti desarrollar la alquimia que convierta tus lastres en virtudes"
Incluso frases como ", . . la ciudad la hace cada uno de sus habitantes, Y la hace a diario" suena a reclamo, a derrota,
Es un libro de lectura obligada para todos los venezolanos, de profunda reflexión obligada, hay que “tragarse el sapo” y enfrentar en lo que nos hemos convertido y pensar como:
".
. . entender que, más que desgastarnos rehaciéndonos, es importante mantener esa imperecedera elegancia que le viene de su mestizaje, de su afinidad con amables paisajes urbanos esparcidos en diversos rincones del mundo donde la gente aprendió a vivir con la ciudad, no a costa de ella.
" p.
En superar el sentimiento de inferioridad producto de haber sido:
"Bombardeados durante décadas con esa idea de haber nacido en una , el caraqueño crece, vive y muere frustrado ante su humilde condición, y es esa, quizá, la razón por la que le avergüenza su naturaleza campechana, amable y generosa, de risa llana y franca, de alegría sencilla, casi aldeana, que vive para sepultar, escondiéndola tras lo que no es, al punto de no saber ya quien sí es.
" p.
Héctor Torres sabe escribir y lo hace muy bien, para cerrar algunas citas:
Sobre la madre ausente: "Fue una estatua sin brazos para proteger ni ojos para vigilar" p..
"Cómo detectar la cercanía de la muerte bajo la discreta forma de una bala, en manos de un loco" p.
"Las rejas como metáfora, Infinita tristeza" p.
"Pero cuando la vida escribe destinos no diferencia entre mayúsculas y minúsculas, Y, como la muerte cuando pauta sus citas, se asegura que no nos perdamos" p,
"Ciudades que son pesadillas para cuando uno despierta" p,