Access La Peste: Annotations Compiled By Albert Camus Audio Books

. , The Plague settles in Algeria in Oran, and everyday mortal cases multiply, Yet the prefecture is slow to declare "the state of the plague" because it does not want to worry public opinion, But a few weeks, in the face of the emergency, the prefect ordered the city gates to be closed,
Oran is isolated, separated, and cut off from the rest of the world, As a result, the inhabitants become "prisoners of The Plague" the city resembles a condemned to death,
The epidemic progresses. The plague strikes everywhere and keeps the city folded underneath it, It becomes a "collective affair," and even those who do not carry "that sickness" bring it into their hearts,
The plague opens the eyes of the inhabitants and forces them to think and react, Each individual chooses his camp and adopts an attitude peculiar to himself,
Albert Camus illustrates his narrative with key figures such as Rieux, the doctor, and Cottard, the trafficker, Grand, the clerk of the town hall Paneloux, the priest, Tarrou, the chronicler Rambert, the journalist etc, Each of these protagonists incarnates a different morality facing the Scourge, Yet, even if these men disagree on different levels, they turn out to be "men of goodwill" who act to defeat the plague together.

Camus compares without citing it the plague with war and the rise of Nazism, and the struggle of men against the Scourge represents resistance.

In his book, men occupy a prominent place as if the plague only concerned men, Therefore, it can deduce that conflicts are only a story of men! The woman has second place, effaced, It sometimes appears as sweetness, comfort, or support for the man, not a thinking being,
In his work, the author depicts a community that shares the same struggle, demonstrating that the effects of the Scourge on a man can change mindsets, feelings, and worldviews.
It shows, above all, that We are all equal before death,
A work of high quality, some passages are of a terrifying realism, the progression and the ravages of the plague described in the minor details.

The scene of the child's agony is one of the most painful passages, for we are helplessly witnessing his suffering and inevitably at his death.
A gripping tale of human unrelieved horror, of survival and resilience, and of the ways in which humankind confronts death, The Plague is at once a masterfully crafted novel, eloquently understated and epic in scope, and a parable of ageless moral resonance, profoundly relevant to our times.
In Oran, a coastal town in North Africa, the plague begins as a series of portents, unheeded by the people, It gradually becomes an omnipresent reality, obliterating all traces of the past and driving its victims to almost unearthly extremes of suffering, madness, and compassion.
Será que estoy hasta los mismísimos de este jodido virus por lo que la novela de Camus me ha parecido demasiada lluvia para una tierra ya excesivamente mojada.
Sin duda es por eso que, pese a lo sugerente de su propuesta es de esas novelas que parecen hechas para comentar en grupo hasta altas horas de la noche en soledad, en esta situación, y quizá también en parte por el tono que eligió Camus, “el tono de un testigo objetivo”, no he disfrutado de su lectura lo que seguramente debiera.


Fue el propio Camus quién manifestó que su relato se tenía que interpretar como la forma en la que Francia se enfrentó al nazismo, y aunque llevar la analogía hasta el final sería forzar mucho las cosas y en otras ocasiones es directamente imposible, bien es verdad que el modo en el que los virus, orgánicos o ideológicos, van apareciendo, se van expandiendo y las reacciones que frente a ellos se adoptan tienen mucho en común, algo de lo que en los últimos tiempos estamos siendo testigos tristemente privilegiados.


También es cierto que no todas las reacciones que han hecho furor en los últimos meses aparecen en la novela.
No hay, por ejemplo, ningún grupo negacionista, más allá de las autodefensivas negaciones iniciales de toda pandemia Camus murió poco antes de que resurgiera con fuerza el negacionismo del holocausto, ni siquiera hay quien acuse, sea cantante o no, a los illuminati o a algún otro grupo similar de su origen y/o aprovechamiento.
La novela del autor francés es más tradicional en este sentido y solo recoge la habitual condena al pueblo pecador y al subsiguiente castigo divino.
Tampoco aparecen en ella grupos que utilizaran la situación para sus fines políticos o sociales con la desfachatez que se ha hecho en nuestro caso.
Por último, nunca habla Camus de lo que allí pasó con el papel higiénico, aunque sí menciona la escasez en las farmacias de las pastillas de menta, tan eficaces para eludir un contagio eventual, aunque no tanto como las “medallas protectoras o amuletos de San Roque”, muy de moda en aquellos momentos.


Bromas serias aparte, las que sí aparecen en la novela son otras muchas reacciones que están fantásticamente retratadas, Como la poca importancia que se le da en un principio al peligro, sobre todo si no nos afecta directamente, ya saben, algo así como lo que nos contaba Bertolt Brecht en su famoso poema lo desprevenidos que nos coge y lo desamparados que nos sentimos cuando queremos reaccionar y ya no hay forma de frenarlo lo pronto que se pasa de la precaución a la temeridad cuando la miseria aprieta.
Por estas páginas caminan los que se sacrifican, los que luchan hasta que no tienen más fuerzas y aunque todo parezca inútil, los que se rinden, los que se resignan, los que se aíslan inútilmente, los que incluso se ven favorecidos por el fenómeno, los que consiguen reaccionar fríamente de forma eficaz frente a los que se abandonan al sentimentalismo impotente, los que no necesitan de dioses para solidarizarse con los hombres y los que ven en la peste un designio divino contra el que ni se puede ni se debe luchar.

“Hermanos míos el amor de Dios es un amor difícil, Implica el abandono total de sí mismo y el desprecio de la propia persona, Pero sólo Él puede borrar el sufrimiento y la muerte de los niños, sólo Él puede hacerla necesaria la peste, mas es imposible comprenderla y lo único que nos queda es quererlaHermanos míos, ha llegado el momento en que es preciso creerlo todo o negarlo todo.
Y quién de entre vosotros se atrevería a negarlo todo”
Una situación, esta de la peste, especialísima catalizadora de todas nuestras debilidades, vicios y también virtudes, en la que brillan con la misma fuerza la bondad y la brutal indiferencia, el sacrifico y la crueldad, el egoísmo y la abnegación, la osadía y la cobardía, la entrega y el individualismoPorque así somos y más, pues dudo mucho que Camus acierte cuando dice eso de:
“El mal que existe en el mundo proviene casi siempre de la ignorancia, y la buena voluntad sin clarividencia puede ocasionar tantos desastres como la maldad.
Los hombres son más bien buenos que malos El alma del que mata es ciega y no hay verdadera bondad ni verdadero amor sin toda la clarividencia posible.

Pero, dejando al lado esta predisposición optimista del autor hacia la bondad del hombre, hay otros aspectos en las que el tipo lo clava, como que “el hábito de la desesperación es peor que la desesperación misma” o que la felicidad necesita de los otros o que precisa de horizontes amplios y abiertos.
Como siempre dice una buena amiga, es una necedad querer exprimir la vida viviendo como si fuera el último día pues de ser verdaderamente el último no tendríamos ni fuerzas ni deseo de seguir viviendo y mucho menos la capacidad de disfrutarlo.
Por eso mantenemos a la muerte lo más alejada posible, por eso hacemos como si no fuera con nosotros, por eso solo el peligro de su cercanía acaba con toda felicidad y la búsqueda de placer se vuelve trágica.


Pero por encima de todas las cosas, Camus nos insta a no olvidar nunca que
“el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y
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las mande a morir en una ciudad dichosa

Todo lo que el hombre puede ganar al juego de la peste y de la vida es el conocimiento y el recuerdo.
Es posible que fuera a eso a lo que Tarrou le llamaba ganar la partida!”
Especialmente en estos tiempos en el que la memoria parece tan débil y el virus del autoritarismo, de la xenofobia y del racismo, de la aporofobia y la exigencia de los privilegios de clase, de los patrioterismos y nacionalismos que las ratas de los sótanos de la sociedad están volviendo a traer en masa a la superficie amenaza con devastarnos a todos.
Ya saben:
“Siempre hay un momento en la historia en el que quien se atreve a decir que dos y dos son cuatro está condenado a muerte.
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